Ediciones el forastero
 
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SANTIAGO PÉREZ FERNÁNDEZ

 

Santiago Pérez Fernández (Antoñán del Valle), licenciado en Filología Hispánica (Sección Español) por la Universidad de Oviedo, ha sido catedrático de Lengua y Literatura Españolas en los Institutos de Educación Secundaria «A. García Bellido» y «Padre Isla» de León. Durante años compaginó la docencia en Educación Secundaria y Bachillerato con la enseñanza universitaria como profesor de los Cursos de Español para Extranjeros (Cursos de Verano y Cursos Permanentes) y como profesor asociado al Departamento de Filología Hispánica (Area de Lengua Española) de la Universidad de León. Doctor en Filología Hispánica por la citada Universidad tras defender su tesis sobre Usos desviados de los tiempos verbales en español (2002), es autor de varios artículos publicados por revistas especializadas, así como de Historia del Monasterio de Santa María de Carrizo (1976) y Pervivencia de rasgos del leonés en la toponimia de Antoñán del Valle (2014).

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ANTAÑO. ANTOÑÁN DEL VALLE. VIDA, COSTUMBRES Y HABLA EN

ISBN:978-84-125629-4-1. Depósito Legal: LE-308-2022. Formato: 170 x 240 mm. Páginas: 299. Impresión: cuatricromía. Encuadernación: rústica con solapas. // Cuando una forma de vida, más o menos tradicional o costumbrista, desaparece, algo de nuestro espíritu muere con ella. Cuando un objeto, herramienta o apero deja de usarse o es sustituido por otro más moderno, la palabra que lo designa va disminuyendo su uso y puede llegar a desaparecer. ¡Ojalá no fuera así!, pero la vida, en su evolución constante, hace que esto ocurra y que palabras o expresiones con las que las personas expresaban sus sentimientos, relaciones y vivencias más esenciales y cotidianas pasen al olvido; no obstante, intentemos mantenerlas en el recuerdo. La imagen de un territorio, más o menos extenso o reducido, la forma tanto el paisaje como el paisanaje, siendo las gentes y su modo de vida lo que verdaderamente importa, dado que el paisaje está ahí, inerte aunque vivo, y son las personas las que realmente proporcionan vitalidad al entorno. Lorca decía que le interesaba más la gente que habita el paisaje que el paisaje mismo, que podía estar contemplando una sierra durante un cuarto de hora, pero enseguida corría a hablar con el pastor, el labrador o el leñador. De esa manera y en esos momentos, no se trata solo de palabras intercambiadas con las gentes, sino de una manera de descubrir la verdad hermosa del mundo reflejada en gentes humildes con la fuerza creativa y viva de su manera de comunicarse y de descubrir el mundo que les rodea.
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